Concepto

No podríamos entrar a precisar el contenido y alcances de la educación coo­perativa sin establecer el concepto de lo que para este cooperador, es el COOPERATIVISMO.

Este concepto que presento, en consonancia con el ideario cooperativo universal y con las corrientes modernas de pensamiento que lo enriquecen, responde a las angustias que nos plantea la problemática Venezolana y a las expectativas y esperanzas que alrededor de ella se han creado.

Para mi, el cooperativismo es un fenómeno socio-económico que acerca y une dinámicamente a los hombres con fines de colaboración para el progreso eco­nómico y el mejoramiento individual y colectivo mediante el ejercicio de la solidaridad y la educación cooperativa.

El cooperativismo  plantea así una nueva concepción de la vida y de la sociedad que democratiza la propiedad, la producción, la distribución de la riqueza, el consumo y el uso y administración de los servicios, desterrando la injusticia, las desigualdades y los privilegios, desechando toda suerte de discriminación especialmente la más cruel y negativa que es la discriminación económica y sustituyendo el individualismo que enfrenta al hombre con el hombre y le impide su plena realización como persona.

Como sistema socio-económico el cooperativismo se presenta como sustituto del capitalismo parásitario y de la explotación autoritaria y como un nuevo sector frente a los sectores públicos y privado de lucro, con clara pretensión de rescatar para las mayorías populares hasta ahora marginadas, sus derechos de participación en el señalamiento y logro de los destinos de la humanidad, devolviéndoles su carácter de sujetos de la economía de la cual hoy son objeto, ponien­do en sus manos el capital como un instrumento que sirve y no que sojuzga y otorgándole al trabajo su autentica categoría de única medida valida y justa de las rentas.

El sistema cooperativo caracterizado por su naturaleza asociativa, la igualdad esencial de las personas, la gestión democrática, la propiedad cooperativa, la acumulación social, la capacitación y promoción constante de sus miembros y la distribución del fruto del esfuerzo común en función del trabajo aportado, de las necesidades y de la utilización de los servicios, constituye por sí la mejor y más eficaz forma de desarrollo de los pueblos por medio del cumplimiento de un objetivo ético-social que presupone la toma de conciencia de cada — hombre sobre su papel en el proceso del desarrollo y de otro objetivo de índo­le económico, que se fundamenta en la organización y gestión de las propias unidades económicas básicas cuyo móvil es el servicio y no el lucro ni la explotación del hombre por el hombre.

Así como he definido lo es el Cooperativismo, cumplimos ahora caracterizar la problemática Venezolana y latinoamericana, para determinar au­tocríticamente las carencias de que el sistema cooperativo ha adolecido en su enfrentamiento.

Al hacerlo, debo establecer firmemente que, como países económicamente atrasados, sufrimos una situación de crisis, donde las mayorías sociales tienen un destino infrahumano, sufren miseria espiritual y económica, padecen injusti­cias y menoscabo de su dignidad de personas, situación que denuncian los desequilibrios económicos, la ausencia en la toma de decisiones, la desorientación, la inseguridad en el terreno político.

Frente al cuadro descrito, el Cooperativismo Venezolano no exhibe, en términos generales, un desarrollo integral sino un crecimiento inarmónico, len­to, incoherente, desintegrado y huérfano de clarificación ideológica.

Nuestra sociedad Venezolana, como subproducto histórico del desarro­llo y hermanada en el bloque de los países del “tercer mundo“, requiere y espera la acción decisiva del sistema cooperativo; de un cooperativismo que sea factor de motivación, de participación y de cambio del hombre, la economía y la sociedad. Requerimos de un cooperativismo dinámico y no estático; promocional y no meramente defensivo; que sea agente de cambio y no solamente paliativo; de contestación y no de mampara o de refuerzo al sistema económico predominante. Esto, conscientes como estamos de que el cooperativismo no es la panacea para la solu­ción de todos los problemas y también teniendo en cuenta la necesidad de adap­tar los postulados y la praxis cooperativa a cada realidad nacional, a su problemática y a su historia.